Para un Erasmus, todos los días son únicos y extraordinarios. Vuelvo a dejar constancia que en esta ciudad fantasma que es Udine se han juntado la mayor panda de locos universitarios de la historia europea y mundial por el periodo de un año.
Lo que nadie sabe, que cuando juntas a muchos locos en un sitio, es que tienden a intercambiar manías, ideas, trastornos y taras, y acaban todos contagiados de sus compañeros (Lo que ocurriría en un centro psiquiátrico sin control y aquí lo más parecido a un controlador es la coordinadora Erasmus y realmente no tiene mucho sobre nosotros).
Por extraño que parezca, si a uno le da por pintarse la uña del dedo meñique de la mano de rosa fosforito, todos se la pintan, si a uno le da por olerle el pelo a la que pasa cerca suya, todos se lo huelen, y si uno en plena concentración Erasmus pide ayuda para llevar un colchón de una casa a otra, lo más normal es que ocurran dos cosas:
1) La absoluta indiferencia al que solicita ayuda, tomando como actitud lo más común para el pueblo español: Uno trabajando y lo demás mirando.
2) Organizar una procesión.
Por extraño que suene, la segunda opción fue la elegida. El traslado de colchones entre dos casas se puede hacer de dos maneras, de un modo simple sin más, o por qué no, sacando en procesión por las calles de Udine al Cristo de los Erasmus. Dio la casualidad, que los astros se alinearon y precisamente era San Erasmo cuando se hizo semejante locura.
Todos los allí presente aportamos algo para que ese día saliera perfecto, pues suponía una gran responsabilidad representar a tantos y tantos Erasmus, que están fuera de sus casas, sacando de procesión al Cristo en forma de homenaje. Algo que nos tomamos con la seriedad que se merece.
La liturgia comenzaba en la casa de la más pura y casta de las Erasmus hasta el momento (Nótese la ironía de las palabras), en ese templo se procedió a la preparación de todo.
Teníamos un capataz (El gran P.M., del cual hablaremos más adelante en el blog), que se encargaba de dirigir a los cargadores del somier por las calles de Udine, al ritmo de su martillo y de su voz. Incluso se animo a cantar una saeta.
Dichos cargadores, devotos sufridores en silencio, tenían la procesión por dentro y le ponían un gran sentimiento al paso.
Las mujeres de mantilla y con velas lloraban desconsoladas. Y K.P. daba alguna que otra voz jaleando y dando vítores por nuestro amado Cristo. Este, tenía los elementos representativos de un Erasmus, un preservativo y una copa de vino. A lo largo de todo el recorrido, L.C. se encargaba de que los cargadores tuvieran un trancio de pizza y una copa de vino, donado por los distintos comercios italianos. Todo esto por supuesto que gratis, ya que iban invadiendo los locales que se encontraban a su paso en busca de ofrendas al Cristo de los Erasmus.
También se invadió la biblioteca donde solemos estudiar (Para asombro de los presentes) en la búsqueda de una suerte necesaria para los exámenes venideros.
Mientras los vecinos de Udine se asomaban a la ventana para hacer fotos, los coches se paraban en mitad de la carretera para contemplar este acontecimiento y los dueños de restaurantes y bares tocaban al Cristo para que sus negocios prosperaran, me llego en forma de inspiración una reflexión aunque pareciera absurdo, a más de una persona le alegramos la noche, y en esta vida y sociedad que nos ha tocado vivir, esto es muy complicado. Fue gratificante sacar al Cristo por las calles. Fue gratificante ver, que todos los que nos cruzábamos nos respondían con una sonrisa. Fue muy gratificante vivir esta locura con mis amigos del Erasmus.
PD: Todo el recorrido quedo recogido por una estudiante de periodismo, la cual he mencionado alguna que otra vez, aquí tenéis su blog:
http://frombarcelonatoudine.wordpress.com/