10 ene 2009

La historia de la Punta




...Cadiz, año 2000 aproximadamente. Concretamente nos encontramos en la “Punta San Felipe”, se trataba de un invernal atardecer cualquiera, al final de éstas líneas descubriremos qué no…
Las tendencias por entonces, para jóvenes como lo eran J.L., y su amigos, era el tan conocido “arte del petardo”, tal artimaña era normal entre la chavalería de aquella edad. La munición en cuestión la compraban en un humilde barrio de la propia ciudad, el mítico “Uno”, llamado así, porque se trataba de una casapuerta, dónde se situaba una señora mayor que te vendía todo tipo de artilugios, en su propia casa. Entre ellos los petardos. De todos las variedades que podían imaginar, ovnis, helicópteros, batman...

Así, J.L, y el resto, se cargó de ahorros e hicieron visita al establecimiento. Allí compraron todo el surtido de pertardos, la variedad más amplia que habían vislumbrado en su vida. La señora hizo uso de su caja roja, dónde dice la leyenda que tenía los mejores, y más buscados petardos que en el comercio existían.

Tras cargar con el material, los jóvenes emprendieron camino, pero decidieron que no debían hacerlos explotar en la propia calle, puesto que el día anterior, la policía había quitado hasta el último petardo a sus colegas, así que M.C, propuso un gran plan: Irse de pesca a la punta y probar la compra realizada, pero esto tendría lugar al día siguiente…

Pasaron las horas, y J.L enfundó su caña, cogió sus utensilios de pesca, una mochila con el bocadillo y el refresco, y por supuesto los petardos preparados.

Se fueron a la punta, eran 6, pero el destino quiso, que al final de la noche quedasen M.C y él. Al ser invierno, oscurecía antes, y a eso de las 21:00h, decidieron recoger, porque no conseguían pescar ni una lisa mojonera. De camino a sus respectivas casas, y no contentos con lo sucedido durante la tarde, vieron estacionado un coche, donde una pareja disfruta de unos momentos de intimidad. Inocentes críos, J.L. y M.C. se escondieron, y tras dialogar sobre si eran ó no capaces de arrojar el petardo a la feliz pareja, decidieron llevar a cabo tal fechoría. Debió ser un cruce de cable por parte de ambos, puesto que tras cometer “atentado” , decidieron huir… La escapa tuvo lugar en cuestión de segundos; sin embargo, mientras corrían con aparejos, mochilas, cañas y sillas…, sonó a sus espaldas sonó un “BUMMMMMM”!!

El momento fue escalofriante, el miedo recorrió el pequeño cuerpo de éstos amigos.
Se escondieron tras las rocas, puesto que el coche se había puesto en marcha y se dirigía hacia ellos, que continuaban sigilosos. Pasado un cuarto de hora, salieron del escondite, y anduvieron por el paseo de la zona, creyendo que estaban a salvo, pero aún les quedaba una última emoción. De repente, un coche, se paró frente a ellos que bromeaban acerca de lo q poco tiempo antes había ocurrido. El vehículo se detuvo delante suya. En paralelo. El conductor los miró, y a continuación se dispuso a salir del coche. Se encendió un “pitillo” mientras les cortaba el paso. Justo en ese momento, J.L. miró a su amigo (M.C), llevándose la sorpresa de que éste había huido. Inmediatamente, el pequeño J.L, siguió la estela del avispado colega que se perdía a lo lejos. El tipo empezó a correr. En el lugar no había nadie, tan sólo un loco con un cigarro, y una única salida que pronto iba a ser tapada si no se daban prisa. Se le cayó el teléfono móvil, el tapón de la caña, y la bolsa de la basura, pero nada de esto importaba, J.L. seguía corriendo mientras gritaba asustado.
El tipo fumador cogió a J.L por la mochila, pero por suerte consiguió escapar hacia M.C, que le esperaba a 20 metros.

Entonces, se escondieron. Y según el testimonio de M.C, el pequeño J.L lloró un poquito. (él nunca admite ésta versión).

Una vez sanos y salvos, se lo contaron al resto, los que el destino había querido que no presenciasen tal batalla. Lo convencieron para que, de nuevo volviera al día siguiente.
Y así ocurrió… los amigos volvieron por tercer día consecutivo a la punta, dónde ahora sí cobraron protagonismo los petardos comprados días antes…

M.C se había comprado una barita mágica, al más estilo Harry Potter.
Maldita Barita.
Mientras iban hacia el sitio de pesca, le dió por encender la barita.
Maldito mechero.
La barita expulsaba pequeños petardos de diversos colores, que se dirigían hacia el sitio donde el dueño deseaba y explosionaban. M.C hizo dirigir su barita hacía J.L, sin embargo éste no tenía arma alguna con la que poder defenderse. Le disparaba mientras se burlaba de él.
Aún hoy (15 de noviembre), podemos observar las cicatrices que aquél día hicieron estallar sobre su piel.

Cuando llegaron al lugar de la pesca, a M.C le entró un retortijón. Se fue al cuarto de baño más cercano, el del famoso bar del final de la punta. Mientras tanto, el resto pescaban, tiraban petardos, y reían sin parar…

A las dos horas, alguien preguntó por M.C, que para la sorpresa de todos aún seguía defecando en aquél minúsculo bar. Fueron en su busca, llegaron al cuarto de baño y el chico continuaba allí, con la cara amarilla. Exclamaba susurrando que no había cadena ni papel, situación que había que solucionar, puesto que una mierda impresionante flotaba en el wáter de aquél baño. Eso era lo más grande que he J.L había visto en su vida.

El cuarto de baño, era de 2x2, tamaño para acondroplásicos. No podían estar dos personas al mismo tiempo. Se rotaban para mirar semejante “ser de la naturaleza”, fruto de un chopperpod de mala calidad del “Día”, como mínimo.

A J.L., se le ocurrió la idea de poner un petardo submarino en el trocito de caca, y así lo hizo, encendió uno y lo metió dentro, salieron corriendo. Pero eso no explosionaba. Repitieron la operación de nuevo, y tampoco. El tercero, debía tener algo de mágico, les dio la impresión de que sería el elegido. Lo puso con todo su cariño al lado de sus dos compañeros, y esperó acontecimientos.

EXPLOSION! EXPLOSIÓN! EXPLOXIÓN!!!

EXPLOSION TRIPLE!!!!

TODA LA MIERDA SE DIRIGIA HACIA EL TECHO DE AQUEL BAÑO MINUSCULO.

M. C. en la puerta del diminuto lugar, taponaba la salida de J.L, que vio pasar en imágenes su corta vida, hasta casi vislumbrar el momento de su muerte. De repente todo se paralizó, vio la situación, fuera todos expectantes haciendo tapón, él retrocedía, la mierda tocando el techo y bajando lentamente hacia él. Esa pausa, se convirtió en el doble de velocidad y pudo apartarse a tiempo para conseguir esquivar semejante masa color marrón que caía por el efecto de la gravedad.

Las escandalosas risas que tuvieron lugar, y que todos nosotros podemos imaginar, no reflejan lo que allí 6 amigos, vivieron. J.L. estaba pálido, asustado y muerto de risa, al mismo tiempo, mientras que una y otra vez el petartazo retumbaba en su oídos.
Todo no podía ir bien, y un señor amenazó con llamar a la policía. Tuvieron que darse prisa, y salieron del aquél lugar lo más rápidamente que pudieron. De nuevo se escondieron tras las rocas y allí terminaron de recoger anzuelos y material utilizado horas antes.

Cual fue su sorpresa, que tiempo después, cuando salieron del escondite, apareció una furgoneta cargada de gitanos, que paró delante de todos ellos, y claro los reconoció. De allí salieron como 4 ó 5 personas, entre ellas, un anciano matrimonio, que gritaba sin cesar: JOPUTAAAAAA JOPUTAAAAAAAAAAA JOPUTAAAAAAA!!!!!. No tenían dentadura, y mientras insultaban a los chicos agitaban una fregona con la mano. Salieron detrás suya y la experiencia del día anterior hizo que a salvo quedarán por ésta vez….
Esta experiencia quedó marcada en la memoria de Jose Luis de tal forma, que desde entonces cada vez que le dicen de ir a la punta, se lo piensa dos veces.!!!!!

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